RETRATOS FOTOGRÁFICOS : LA IMAGEN DE TODOS LOS HOMBRES
El primer periodo fotográfico vendrá definido principalmente por la actividad que provoca la aparición del daguerrotipo. Tras el anuncio público del descubrimiento, los acontecimientos más sobresalientes de la época estarán marcados por las búsquedas para mejorar el sistema fotográfico y por establecer una realidad comercial en que la fotografía defina un nuevo mercado.
Desde luego estas dos facetas irán de la mano a lo largo de todo este periodo, pero empezarán a definir una serie de realidades de las que más tarde partirán el resto de las realidades de la historia de la fotografía. En un primer momento las tendencias en un sentido u otro no se diferencian sustancialmente, pero lentamente las investigaciones para la mejora del sistema fotográfico van centrándose cada vez más en explotar los límites de cada aportación y el lado de su comercialización va desentendiéndose progresivamente de los aspectos de la mejora del sistema propiamente fotográfico, derivando sus esfuerzos hacia la búsqueda de las mejores y más eficaces estrategias y posibilidades comerciales de la fotografía.
Veremos en este periodo la aparición del estudio fotográfico, en el que el retrato es ya una realidad comercial y técnica posible un par de años después de hacerse público el sistema daguerrotípico. Al amparo de la novedad serán bastantes los que intentarán explotar las posibilidades comerciales del retrato de estudio, pero pronto se dejarían notar las dificultades y complejidades del sistema, y serán sólo unos pocos los que alcanzarán a establecerse de una forma estable, pero los comercios que logran adaptarse a las dificultades impuestas por el engorroso sistema del daguerrotipo, demostrarán la viabilidad fotográfica en el ámbito del retrato.
De hecho esta actividad definirá el campo en que se hacen rentables los esfuerzos de investigadores e innovadores de la técnica y el sistema fotográfico, será el estudio fotográfico de retratos una base fundamental del incentivo comercial de la fotografía, de lo cual se beneficiará sustancialmente el desarrollo general de la fotografía. Este proceso de perfeccionamiento será más o menos lento, pero ya en la década de los cuarenta del siglo XIX se detecta un notable progreso y un amplio desarrollo de la explotación del retrato.
En los primeros años de la existencia de la fotografía también se detectan importantes esfuerzos para su aplicación en el medio editorial y de comercialización de imágenes. Existirán dos frentes complementarios en la utilización fotográfica en este campo, a saber: el uso de las imágenes fotográficas como apoyo gráfico en la producción de imágenes por parte del dibujante - grabador, y el uso de las posibilidades de la propia tecnología fotográfica como sistema para producir la plancha de grabado, se partiera o no de imágenes fotográficas. Ambas facetas definirán el comienzo de la historia de la fotomecánica, que supondrá una de las aportaciones más relevantes de la historia de la fotografía, que determinará el desarrollo de la realidad bibliográfica moderna.
EL ESTUDIO FOTOGRÁFICO
El estudio
fotográfico vivió su edad de oro durante el siglo XIX. En aquellos primeros
años desde la invención de la fotografía, el estudio se convirtió en la casi
única salida que encontraron los primeros pioneros en el oficio de fotógrafo.
Ni la publicidad, ni el fotoperiodismo, hasta bien entrado el siglo XX, fueron
un campo económico de los que poder vivir.
A partir de 1840, los
establecimientos dedicados fundamentalmente al retrato, utilizando la técnica
del daguerrotipo en un primer momento, fueron proliferando en una incesante
carrera industrial. En poco más de veinte años, Londres llegó a contar con casi
300 estudios fotográficos, París más de 400 y sólamente en Broadway Street de
Nueva York, se acumulaban un centenar de locales dedicados a la fotografía. Eso
sí, su esplendor no resistió la llegada del siglo XX y la aparición de las
cámaras de fácil uso que empezó a fabricar Kodak a partir de 1888, y muchos de
ellos no sobrevivieron a la “primera crisis” de la profesión de fotógrafo.
Entre esa enorme
cantidad de estudios, han quedado para la historia un pequeño número de ellos,
que destacaron por su originalidad, por su calidad o por su relevancia social.
En París, los del gran Félix Nadar, Gustave Le Gray, Mayer
y Pierson, o Adolphe Disdéri; en Nueva York, Matthew
Brady,Napoleon Sarony, Charles Frederick y el
de Jeremiah Gurney; en la ciudad de Boston, el de los grandes
retratistas, Southworth y Hawes; en Londres, el estudio de Elliot
y Fry, y el de John Mayall. Entre otros, éstos fueron algunos
de los nombres que han quedado para la memoria de la fotografía en aquellos
vertiginosos años. Éxito que no fue óbice para que muchos de ellos acabaran
arruinados y en la miseria, como en el caso de Disdéri, creador de la célebre
“tarjeta de visita” en 1854, una técnica y formato que hicieron accesible el
retrato a las clases populares.
Estos grandes templos
de la fotografía eran espectaculares. Situados en las más importantes calles de
las ciudades, ocupaban varias plantas, con fachadas llamativas y unos
interiores que rivalizaban en elegancia y, también, en muchos casos, en
excesos. No faltaban los decorados de todo tipo para utilizarlos como fondo.
Varias decenas de empleados se dedicaban a las diferentes labores del estudio.
Y, en alguno de los casos, ni siquiera era el fotógrafo titular del estudio
quien se encargaba de realizar las fotografías, salvo en casos de retratos de
renombre, si no que era alguno de los ayudantes el que hacía esa labor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario